lunes, 28 de noviembre de 2016

Estrés y envejecimiento 


Si buscas la palabra estrés, nos podemos encontrar estas dos definiciones:

1.- Estado de cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al normal, que suele provocar diversos trastornos físicos y mentales.
2.- Conjunto de alteraciones que se producen en el organismo como respuesta física ante determinados estímulos repetidos, como por ejemplo: el frió, el miedo, la alegría etc...

En la naturaleza, la capacidad de adaptación a los cambios del entorno ha sido la que ha marcado que unos individuos, o incluso unas especies, sobrevivan y otros no.

En el ser humano, este tipo de reacciones tienen lugar como consecuencia de un complejo equilibrio entre diferentes neurotransmisores y hormonas, fundamentalmente la adrenalina, epinefrina y el cortisol.
De esta forma, nuestro cuerpo es tan eficaz que dispone de un mecanismo por el cual, ante un entorno desfavorable (por ejemplo el ataque de un animal peligroso o un obstáculo en la carretera cuando vamos en un vehículo), consigue que nuestra respuesta, ya sea se huida o de ataque, sea mucho más eficaz que en condiciones de reposo.
El problema viene cuando el agente estresor (el riesgo o peligro que desencadena esta reacción) no es inmediato y pasajero, sino que se mantiene a lo largo del tiempo.
El cuerpo, en esta situación intenta prepararse para una reacción como la descrita anteriormente, pero se ve sobrepasado y surgen las consecuencias indeseables. Es lo conocido estrés crónico o simplemente estrés en el lenguaje común.
Nuestra sociedad ha llegado a niveles de desarrollo nunca vistos anteriormente. 
Los avances en todos los campos (medicina,ciencia y tecnología, telecomunicaciones, etc...) vienen de la mano de presiones internas y externas que han llenado nuestra vida de diferentes fuentes de estrés: Sobrecarga laboral, alimentación incorrecta, normas sociales, hábitos tóxicos y sobre todo, cambios muy frecuentes del entorno.

El estrés también se considera como la consecuencia de la adaptación de nuestro organismo a los cambios a los que estamos sometidos, por lo que se incluye en el concepto de síndrome de Adaptación General. 

Así, es especialmente notable en situaciones como la perdida de un ser querido, un divorcio,un cambio laboral e incluso una mudanza o cambio de casa.

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