Estrés y envejecimiento
Si buscas la palabra
estrés, nos podemos encontrar estas dos definiciones:
1.- Estado de
cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al
normal, que suele provocar diversos trastornos físicos y mentales.
2.- Conjunto de
alteraciones que se producen en el organismo como respuesta física ante
determinados estímulos repetidos, como por ejemplo: el frió, el miedo, la alegría etc...
En la naturaleza, la
capacidad de adaptación a los cambios del entorno ha sido la que ha marcado que
unos individuos, o incluso unas especies, sobrevivan y otros no.
En el ser humano,
este tipo de reacciones tienen lugar como consecuencia de un complejo
equilibrio entre diferentes neurotransmisores y hormonas, fundamentalmente la
adrenalina, epinefrina y el cortisol.
De esta forma,
nuestro cuerpo es tan eficaz que dispone de un mecanismo por el cual, ante un
entorno desfavorable (por ejemplo el ataque de un animal peligroso o un obstáculo en la carretera cuando vamos en un vehículo), consigue que nuestra
respuesta, ya sea se huida o de ataque, sea mucho más eficaz que en condiciones
de reposo.
El problema viene
cuando el agente estresor (el riesgo o peligro que desencadena esta reacción)
no es inmediato y pasajero, sino que se mantiene a lo largo del tiempo.
El cuerpo, en esta
situación intenta prepararse para una reacción como la descrita anteriormente,
pero se ve sobrepasado y surgen las consecuencias indeseables. Es lo conocido
estrés crónico o simplemente estrés en el lenguaje común.
Nuestra sociedad ha
llegado a niveles de desarrollo nunca vistos anteriormente.
Los avances en
todos los campos (medicina,ciencia y tecnología, telecomunicaciones, etc...)
vienen de la mano de presiones internas y externas que han llenado nuestra vida
de diferentes fuentes de estrés: Sobrecarga laboral, alimentación incorrecta,
normas sociales, hábitos tóxicos y sobre todo, cambios muy frecuentes del
entorno.
El estrés también se
considera como la consecuencia de la adaptación de nuestro organismo a los
cambios a los que estamos sometidos, por lo que se incluye en el concepto de
síndrome de Adaptación General.
Así, es especialmente
notable en situaciones como la perdida de un ser querido, un divorcio,un
cambio laboral e incluso una mudanza o cambio de casa.

